Yo fui una niña gorda
Yo fui una niña gorda. O tal vez no lo fui, quién sabe, pero me sentí así demasiado tiempo. Con los años descubrí que no fui gorda, que yo era «grande», ¡qué cosas!, necesité varias horas con una psicóloga para aprender a reconsiderar la palabra «grande», para dejarla de asociar con todas esas veces que me sentí mal por ser «grande». ¿Por qué recuerdo con tanta nitidez aquella tarde que una mujer adulta, cercana, me invitó a estirarme un poco la falda porque estaba enseñando mis piernas grandes (o tal vez, gordas)? ¿Por qué no olvido aquel día en que una compañera me dijo que por qué no hacía dieta? No habría cumplido ni los treces años y ya malgastaba parte de mi vida en preocupaciones, en malestar, en dolor por sentirme gorda. Y vaya si hice dieta: la de la piña, la de aquella clínica estadounidense, la del libro …