Abrazar, soltar, fluir…
He pasado unos días de bloqueo. Un rollo, un fastidio, lo de siempre: comienza un runrún interior que inquieta, que tambalea algunas bases, como ese por qué del que te hablaba el otro día… Pronto aparecen las dudas, las inseguridades, la niebla empañando el horizonte y, antes de que me pueda dar cuenta, ha estallado un profundo malestar y surgido el bloqueo. Si tú también lo has experimentado, sabes bien de lo que te hablo. Todo lo anterior viene acompañado (cada emoción en su fase) por frustración, enfado, tristeza… Y, lo que quizás sea lo peor, esa incomodísima sensación de parálisis o retroceso, de que todo se detenga una vez más y haya que volver a la casilla de salida. ¡Menudo cuadro! Lo positivo, lo que vengo hoy a contarte, es que, aunque todo lo anterior responde a los patrones de bloqueo estándares que se repiten una y otra vez, ¡algo …