Recuperar la luz en los días oscuros

Abres los ojos y otra vez está ahí, últimamente te cuesta desligarte de ese pinchazo, esa sensación de malestar en el pecho o tal vez en el estómago.

Empieza el día, la rutina, pero ni tu cuerpo ni tus energías responden como te gustaría, como en otra época de tu vida, como necesitas para llegar a todo lo que tienes que hacer.

Respiras con dificultad. Suspiras. 

Y ahora la pandemia, la incertidumbre, los temores, la responsabilidad… Los medios de comunicación bombardeando miedo.

Y la culpa, siempre la culpa. Si te va bien, porque hasta pesa ser feliz en tiempos tan complejos y, si tienes dificultades, porque deberías ser positivo, cambiar, hacer algo diferente…

Los deberías. Esos grandes tiranos.

No quieres vivir así, lo sabes, tú tienes un compromiso con la vida con sentido, con plenitud, quieres disfrutar, exprimir el jugo de cada experiencia. Y a veces incluso piensas que ser así lo dificulta todo: tú te exiges mucho, más de lo normal.

Las exigencias, otras crueles tiranas. 

Pero tú sabes, aunque a veces no de una manera muy clara, lo que te gusta, lo que te apasiona, lo que en otros tiempos llenaba tu vida, o, si no lo has experimentado nunca, lo intuyes… Y el no ser capaz de lograr tiempo para dedicarle (a escribir tu libro, a escribir poesías, a pintar, a leer, a eso que tú sabes que es tan importante para ti…) o para, al menos, probarlo y darte una oportunidad, te crea mucho malestar, te frustra.

Todo esto es lo que yo llamo días, semanas, épocas de apagón: se va la luz y nos quedamos a oscuras. 

No hablo de depresiones ni problemas mayores, me refiero a cuando tenemos la vida normalmente bajo «control», aunque sea luchando continuamente por el equilibrio, pero hay días o etapas en las que esa grisura tan cercana al negro lo invade, lo cubre todo, con una opacidad que asusta.

A mí me ocurre de una manera cíclica y no estamos solos, sé que lo sabes, aunque en ocasiones cueste sentirlo. Como tantas veces antes, la luz va a volver, siempre vuelve. La diferencia, lo que está en nuestras manos es el dominio de ciertos recursos que nos permiten prender la llama de nuevo con mayor destreza, con más agilidad. 

No consiste, por tanto, en darle la espalda a los apagones, resistirse, enfadarnos incluso con nosotros mismos diciéndonos que somos incapaces de cambiar, de lograr esas metas propuestas de claridad y calma: se trata de entrenamiento, de adquirir nuevos hábitos, de reunir las herramientas adecuadas, ordenarlas y tenerlas a mano para que duren cada vez menos.

Y, si tuviera que elegir una, tan solo una de esas herramientas, me quedaría con el hábito de hacernos una pregunta (cada mañana, cada vez que la llama empieza a flaquear…), una pregunta sobre nuestro por qué y para qué, sobre eso conocido como propósito

¿Qué te motiva a levantarte por las mañanas? 

¿Por qué/para qué haces lo que haces? ¿Por qué quieres lo que quieres? En este artículo reflexionaba sobre las «cosas» que nos gustan 

¿Cuál es esa razón, esa motivación interna permanente, que mueve tus días? 

Tener bien presente, claro, el propósito es un encendedor de alta potencia. Un pequeño motor que activa la conexión interior y nos devuelve la luz en esos desagradables, y sufridos, apagones. 

Entre otras razones porque si no sabes qué quieres lograr, si no te recuerdas hasta verlo con nitidez qué es lo que te gusta, te costará la propia vida definir tus prioridades y gestionar tu tiempo para dedicarte a las mismas.

Al menos, esta es mi experiencia, como todo lo que cuento en estas reflexiones: mi aprendizaje, mi camino. ¿Cómo lo vives tú? ¿Tienes claro en qué consiste el propósito o te interesaría que profundizara más sobre el tema en próximas publicaciones?

Te recuerdo que tengo mi correo abierto para lo que te apetezca compartir o comentar. Te deseo un día luminoso y, si por casualidad estuvieras experimentando ahora un apagón, que la luz llegue muy pronto. Tú puedes lograrlo.

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Una recomendación: el otro día escuché el audio de esta entrevista a Susan David  (la de la autora de la frase que me encanta “La valentía es el miedo andando”), me pareció magnífica para reflexionar sobre las emociones desde algo que me preocupa y me interesa muchísimo: la validación de estas, la necesidad de permitirnos sentir y experimentar… ¡Es genial! 

Las frases de hoy: «Felicidad es la vida dedicada a ocupaciones para las cuales cada hombre tiene vocación singular». José Ortega y Gasset.

 «En lo más profundo del invierno, finalmente aprendí que dentro de mí se encuentra un verano invencible». Albert Camus.

Antes de irte, si te apetece salir de algún bloqueo, vivir más libre, con mayor conciencia y plenitud o, sencillamente, añadirle a tu vida un toque extra de sentido y belleza, podemos reflexionar juntos a través de las reflexiones que envío directamente a tu correo si te suscribes a mi lista aquí. Suscribiéndote, podrás descargar gratis mi guía ¡BASTA YA: Atraviesa tus bloqueos!

Un abrazo y mucha luz, 


Imagen de  santi pazan  en  Pixabay 

Berta Carmona Fernández

2 comentarios en «Recuperar la luz en los días oscuros»

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