Cernuda, una forma de mirar la vida

Un día como hoy, en Sevilla, nació Luis Cernuda. Casualmente, esta mañana (sin saber ni recordar la efeméride), mientras paseaba por diferentes calles sevillanas, me acordé de él. En concreto, me vino a la mente una página de Ocnos, en la que podemos leer: «Para vivir, ¿es necesario atarearse tanto? Si el hombre fuera capaz de estarse quieto en su habitación por un cuarto de hora. Pero no: tiene que hacer esto, y aquello, y lo otro, y lo de más allá. Entretanto, ¿quién se toma el trabajo de vivir? ¿De vivir por vivir? ¿De vivir por el gusto de estar vivo, y nada más? Bueno. Deja ahí el soliloquio y echa una mirada en torno». Qué curioso que justamente ayer yo escribiera en esta web sobre el cansancio, y que haya recibido bastantes comentarios de personas que se han visto reflejadas en lo que compartía. Lástima que ni siquiera …

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El juicio

El juicio constante nos debilita, nos devalúa, nos aniquila, nos envilece. Hace trizas nuestra humildad, destruye el amor, la compasión. Hay miedo tras el juicio. Hay dolor. Hay cadenas. Es una condena el juicio, un autocastigo. Es injusto el juicio si deja fuera al juzgado, sin réplica, sin defensa. Es una trampa, un yugo fuerte, una enfermedad, un golpe bajo. Es un cuchillo afilado el juicio, una alambrada, un muro alto, un frasco colmado de veneno. Berta Carmona Fernández Imagen de Mayya666 en Pixabay

Me salvó la poesía

Cuando, a pesar de que te amaba, y me amabas, la vida transcurría indolente, me salvó la poesía. Cuando el grillete de la culpa me aprisionó bien fuerte, me salvó la poesía. Cuando te negué y tú creíste que me habías olvidado, me salvó la poesía. Cuando no encontré amor ni comprensión ni justicia, me salvó la poesía. Cuando me costaba entenderte y el halo de lo imposible nos velaba, me salvó la poesía. Cuando todo parecía perdido y faltaban manos amigas, me salvó la poesía. Cuando la realidad dolía y mis ilusiones olieron a quemado, me salvó la poesía. Cuando el reloj seguía indiferente al nudo de tu ausencia en mis entrañas, me salvó la poesía. Cuando la tristeza empañó mis ventanas y hasta tu recuerdo se hubo esfumado, me salvó la poesía. Cuando el corazón aullaba en el oscuro silencio, y tú ya no estabas, me salvó la …

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Yo podría…

Si nunca hubiera venido aquel barco,yo podría haber seguidotoda la vida en este puerto. Sin embargo, vino,lo hizo cuando menos lo esperaba,como suele ocurrir lo mejor y lo peor que nos azota. Vino y aquellos pasajeros me hablaron de otros mundos,de otras vidas,de otros sabores, aromas y melodías. Y yo que tanto había buscado tierra firme,me descubrí queriendo ir mar adentro…Y me culpé ¡tantas veces!,por romper con todo, por dejarme ir… Me castigué por cambiar,pero ¿cómo podía saber yo si queríaalgo que ni siquiera sabía que existía? Berta Carmona Fernández Si te gusta, ¡por supuesto que puedes compartir! Gracias y feliz día. 🙂 Foto compartida bajo CC0 Creative Commons en pixabay.com

Yo no soy…

Yo no soy lo que tú piensas. Yo no soy lo que tú quieres. Yo no soy lo que tú esperas. Yo no soy lo que tú sueñas. Yo soy lo que soy, ternura, a veces, otras, fiera. Soy lo que amo, lo que me duele, lo que me angustia y alegra; un montón de dudas y unas pocas certezas… Soy lo que soy cuando vuelo y cuando me arrastro sin fuerzas. Soy lo que aprendo y lo que olvido, lo que he visto, viajado y leído y lo mucho que me queda. Soy mis errores, mis aciertos y mis sueños. Soy lo que me permito ser, un puñado de logros y otro infinito de retos. Soy lo que temo, lo que afronto y lo que anhelo, lo que me encanta y lo que detesto. Soy la que sonríe con dulzura y la que grita molesta, la que se conforma, …

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Al final se diluyó

Al final se diluyó eso que tú y yo compartíamos, en secreto, sin que ni tú lo supieras ni yo hubiera acabado de entenderlo. Dejé de buscarte por las calles de todas las ciudades, dejé de encontrarte en todas aquellas miradas, dejé de sentirte al meterme en mi cama vacía. Al final, a fuerza de enterrarlo, se asfixió aquello tan grande que ni siquiera cabía en un nombre.

Vulnerabilidad

Aquel día te vi allí, apoyado en el puente.Acababa de explotar una mina en tu viday estabas destrozado. Me fijé en esos caminos profundos bajo tus ojos,en tu mirada perdida,y me pareciste ¡tan hermoso! Te imaginé con tu traje y tu corbataempujado por las prisas,con esa sonrisa aprendida,falsa, vacía,y me pareciste ¡tan perdido! Imaginé tu lucha para salir aquella mañana de la cama,de tu habitación vacía,de tu casa desolada,y me pareciste ¡tan valiente! Aquel día te vi allí, apoyado en el puente,y pude encontrar en tu miradatoda la vulnerabilidad del universoy me pareciste ¡tan auténtico! Berta Carmona Fernández Foto compartida bajo Pixabay License. De Ruwadium.

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