Aquel día te vi allí, apoyado en el puente.
Acababa de explotar una mina en tu vida
y estabas destrozado.
Me fijé en esos caminos profundos bajo tus ojos,
en tu mirada perdida,
y me pareciste ¡tan hermoso!
Te imaginé con tu traje y tu corbata
empujado por las prisas,
con esa sonrisa aprendida,
falsa, vacía,
y me pareciste ¡tan perdido!
Imaginé tu lucha para salir aquella mañana de la cama,
de tu habitación vacía,
de tu casa desolada,
y me pareciste ¡tan valiente!
Aquel día te vi allí, apoyado en el puente,
y pude encontrar en tu mirada
toda la vulnerabilidad del universo
y me pareciste ¡tan auténtico!
Berta Carmona Fernández
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