Si nunca hubiera venido aquel barco,
yo podría haber seguido
toda la vida en este puerto.
Sin embargo, vino,
lo hizo cuando menos lo esperaba,
como suele ocurrir lo mejor y lo peor que nos azota.
Vino y aquellos pasajeros me hablaron de otros mundos,
de otras vidas,
de otros sabores, aromas y melodías.
Y yo que tanto había buscado tierra firme,
me descubrí queriendo ir mar adentro…
Y me culpé ¡tantas veces!,
por romper con todo, por dejarme ir…
Me castigué por cambiar,
pero ¿cómo podía saber yo si quería
algo que ni siquiera sabía que existía?
Berta Carmona Fernández
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Foto compartida bajo CC0 Creative Commons en pixabay.com
Qué identificada me siento en tus palabras. Cuánto me castigué por decisiones que pensaba egoístas, pero ya no, vida hay una y hay que vivirla, no vivir la vida que otros quieren.
Gracias por tus palabras.
Gracias a ti por pasarte por aquí y compartir tus amables palabras. Estoy de acuerdo contigo: toca responsabilizarnos de la vida que queremos vivir, sin excusas, culpas ni lamentaciones. Un saludo, Paula.