El juicio constante nos debilita,
nos devalúa,
nos aniquila,
nos envilece.
Hace trizas nuestra humildad,
destruye el amor,
la compasión.
Hay miedo tras el juicio.
Hay dolor.
Hay cadenas.
Es una condena el juicio,
un autocastigo.
Es injusto el juicio
si deja fuera al juzgado,
sin réplica, sin defensa.
Es una trampa,
un yugo fuerte,
una enfermedad,
un golpe bajo.
Es un cuchillo afilado el juicio,
una alambrada,
un muro alto,
un frasco colmado de veneno.
Berta Carmona Fernández
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