¿Por qué publicar un libro?

La mayoría de los escritores noveles que he conocido comparten una misma duda y temor: la legitimidad de llamarse a sí mismos escritores y, cuando consiguen concluir su novela o libro del género que sea, si deberían o no sacarlo a la luz, es decir, publicarlo.

Reflexionando sobre el tema, me pareció interesante repasar las definiciones de «escritor» que nos ofrecen los diccionarios. Según la RAE, es la persona que escribe o el autor de obras escritas o impresas. Según el Diccionario de uso del español de María Moliner, es la persona que escribe materialmente obras científicas o literarias o la persona encargada de redactar las correspondencia de alguien.

El siguiente paso sería preguntarnos qué significa para nosotros dicha palabra; quiero decir que se lo cuestionara la persona que siente la duda expuesta. En mi opinión, ser escritor/a es una manera de estar en el mundo, de reconocerse en él, de encontrar nuestro lugar. Es necesitar la escritura para lograr un mejor entendimiento de la realidad y hasta de nosotros mismos; para ordenar nuestros pensamientos y sentimientos, para aclarar nuestras ideas, para entretenernos y divertirnos… Es sentir un impulso a veces violento, hasta desquiciado, que nos hace casi morder la locura cuando no podemos satisfacerlo.

Incluso, me atrevería a ir más allá, pero para mí también escritor es el que por múltiples y diferentes fases que todos atravesamos en la vida no consigue durante algún tiempo empuñar una pluma, a pesar de lo cual escribe: con su manera de observar, de mirar a su alrededor, de construir historias, hilar argumentos, inventar personajes y hasta su propia realidad, aunque sea temporalmente en su cabeza, sin tiempo o lugar para volcar al papel…

¿Y qué más necesitamos para reconocernos escritores? ¿Que una editorial apueste por nosotros? Pero ¿qué tipo de editorial, de las más grandes, Penguin, Planeta…? ¿O quizá nos basta con una más pequeñita, de las independientes? ¿Son más escritores algunos personajes populares (porque su libro lleva un sello conocido) que muchos autores que están aportando publicaciones de calidad, muy solventes, muy auténticas, muy bien trabajadas… al panorama literario español, ya sea a través de la autoedición, ya sea a través de la maravillosa laboral de editoriales pequeñas, independientes, que siguen apostando por la calidad?

Para mí lo realmente importante es que si tú sientes que tienes algo que contar; si tienes una historia y crees en ella; si la has trabajado suficientemente y la has dejado reposar; si tienes un alto grado de satisfacción con el trabajo realizado (sí, sé que este tema también da para otro largo artículo, ¿cuándo parar de revisar/corregir?, ¿cuándo detener esas autoexigencias, esa búsqueda de perfección que a veces nos paraliza?)… Entonces, ¿por qué no compartirla con el mundo?, ¿por qué esperar a que otros decidan qué hacer con ella?, ¿a quienes les dejamos la potestad de decidir si tú eres un escritor/a?, ¿a quién le vas a dar el privilegio de permitirte ser lo que sientes que eres o sabes que puedes ser? Una historia no tiene por qué ajustarse a un estándar de calidad literaria marcado por una élite para conquistar a los lectores; una historia puede llegar por ser original, divertida, entretenida, por abordar un tema de interés para un colectivo…

Yo llevo años apostando por la autoedición; eso sí, por la autoedición de calidad. Mi posición es la defensa absoluta del respeto máximo por la palabra, por la calidad de la escritura, ¿dónde se ha visto un artesano que pisotee su principal herramienta de trabajo?, ¿cómo puede un autor maltratar sin piedad la lengua en la que escribe? También apuesto con firmeza por mimar con gran esmero el trabajo de cada fase editorial (maquetación, diseño de la cubierta…). Estoy en contra de las prisas y las carreras excesivas, de la publicación como fin, cuando uno se olvida de disfrutar y entregarse por entero al proceso creativo, a la creación en sí, a sacar lo mejor que lleva dentro.

Y ahora, si te interesa, te contaré algo que yo misma viví. En un contexto en el que había salido el tema de la publicación de mi libro Como tú y como yo, alguien le preguntó a otra persona, por quien yo sentía bastante respeto, ya que es una gran lectora y posee muchísima sensibilidad al escribir, que por qué no se animaba a publicar algo. Esta persona, delante de mí, respondió que sacar a la luz un nuevo libro era algo muy osado habiendo tantas obras maravillosas publicadas y tanto por leer. La verdad es que en el contexto en el que ocurrió esto me lo podía haber tomado como un hachazo, pero no le hice mayor caso y seguí a lo mío, aunque de alguna manera debió llegarme esa reflexión porque le he dado más de una vuelta desde entonces hasta hoy, y hace bastantes años ya.

Opiniones hay para todos los gustos y hay quienes sostienen que en este sector no cabe ni un libro más. Sin embargo, el tiempo ha pasado y el haberme decidido a publicar mi libro no me ha dado más que alegrías: he recibido opiniones que me han constatado que he conseguido traspasar el corazón del lector, hay quien me ha dicho que le he ayudado a ser mejor persona, quien me confesó haberle dado fuerzas en una noche de hospital, quien me agradeció haberle ayudado a reflexionar sobre algunas realidades; en fin, por supuesto que hay libros mucho mejores que el mío en el mercado, pero ninguno de ellos escrito por mí, es decir, ninguno con mi propia huella, ¿acaso mi propia voz tenía menos derecho a ser oída que la de otros?

Nunca sabemos quién nos va a leer y cómo puede influir lo que escribimos, con nuestra personalidad y estilo (únicos e irrepetibles), en una determinada persona. Pensar así podría ayudarnos a eliminar ciertos bloqueos:  ¿y si por detenernos demasiado en el perfeccionismo, en autoexigencias insalvables, estamos impidiendo que llegue un mensaje, o historia, a alguien que le puede ser útil? Creo que a veces hay que dejar el ego atrás y ser más prácticos. “Mejor hecho que perfecto”, esa frase que dicen que Zuckerberg tiene en sus oficinas, es como un mantra para mí.

El miedo es una emoción natural que todos experimentamos y que, desde luego, tiene su función natural para preservarnos de algunos peligros; pero cuando se convierte en un bloqueo constante, cuando nos está impidiendo vivir algo que nos apasiona o ser lo que anhelamos ser, vale la pena atravesarlo y descubrir lo que nos espera detrás. Después de todo, el no intentarlo ¿no es ya, en sí mismo, también una forma de fracaso?

Pienses lo que pienses sobre el tema que acabo de abordar, tanto si eres escritor/a como si eres lector/a, me gustaría mucho leerte abajo en los comentarios. Si eres autor/a, te inquieta el tema y piensas que yo podría ayudarte, estaré encantada de hacerlo en la medida de mis posibilidades a través del correo berta@bertacarmona.es. ¡Gracias por tu atención!

Artículo revisado y adaptado para la publicación en bertacarmona.es.

Imagen de Ahmad Ardity en Pixabay

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