Educados para creer en los sueños

“Vosotros estáis educados para creer en los sueños. Estáis acostumbrados a que se os cumplan. Nosotros no. A los de mi clase eso no nos ocurre”.

Algo similar le dice llorando, hundida, Gwen, una doncella que trabaja para los protagonistas de Downton Abbey, los Crawley, a la hija pequeña de dicha familia.

Abro paréntesis: sí, estoy viendo esta serie ahora, años después de que todo el mundo hablara de ella. Así soy yo. 😉

Para quien no la haya visto (aunque pequeñito, y creo que no muy significativo, este párrafo y el siguiente contienen un spoiler, si quieres protegerte, puedes saltártelos y aun así encontrarle sentido al correo) el contexto es este: Gwen se compra una máquina de escribir y hace un curso de mecanografía por correspondencia porque no quiere pasarse toda su vida trabajando en el servicio, busca algo más, desea progresar. Cuando esto se descubre, la mayoría de sus compañeros la humillan por sus pretensiones y le hacen creer que no va a poder, le hacen sentir mal por no conformarse con haber conseguido trabajar para una familia tan importante.

Aun así, Gwen lo intenta, principalmente porque cuenta con un apoyo fundamental. Sybil, la pequeña de los Crawley, que despunta por su compromiso social y algunas ideas políticas, al conocer el sueño de su doncella se compromete a que lo cumpla. La ayuda buscando empleos, manda su candidatura, la recomienda… Y, en un momento en que, tras varias negativas, la chica está decidida a rendirse, llega el diálogo del que te hablaba al principio. Llorando, derrumbada, le explica a la señorita que lo normal entre los suyos es conformarse con lo que les toca, no aspirar a más, que las cosas no salgan bien…

¡Qué bien representa esta subtrama la importancia del contexto y el apoyo!

Sin esa mano salvadora que le tiende Sybil, Gwen no lo hubiera conseguido, y no me refiero a los contactos ni al dinero, sino a la mentalidad, a la educación emocional, a la apertura que se da solo cuando se cree que algo es posible, si no es por una vivencia directa, por conocer otras trayectorias, otras experiencias, que respaldan la viabilidad de nuestros sueños, que encienden luces donde nosotros solos caminaríamos a oscuras.

Pero, claro, por más que contar con apoyos sólidos sea necesario para que nuestras aspiraciones no se vengan abajo, no todos tenemos una Sybil en nuestra vida que haga de nuestro sueño su causa.

Por el contrario, la robustez de aquello que creemos querer se pondrá a prueba de muchas maneras: la peor, cuando los nuestros, los más cercanos, nos repitan que eso no es para nosotros, nos quiten las ganas de intentarlo, nos llenen la cabeza con miedos y dificultades haciéndonos creer que nunca lo conseguiremos.

Ay, creo que esta es de las peores soledades que se pueden experimentar, no es física, puedes tener al lado una multitud y, sin embargo, sentirte tan desvalido, tan desvalida, en medio de una senda por la que todos parecen caminar en dirección opuesta.

Si sabes de lo que te hablo, si has vivido algo parecido, si, quizá, por una razón remota te encuentras ahora en una fase similar, ¡no te rindas, por favor!

Piensa que muchos de los que te dicen que no vas a lograrlo solo intentan protegerte de un peligro que ellos afrontaron, pero todas las trayectorias no son iguales.

Piensa que muchos de los que intentan inocularte su victimismo y actitud derrotista ni siquiera lo intentaron o se rindieron demasiado pronto.

Piensa que, si perseveras y al final lo consigues, muchos se apuntarán el tanto de decir que siempre confiaron en ti. ¿Te suena?

Reflexiona en profundidad, quédate a solas contigo, ponte frente al espejo, cántate cuantas verdades sean necesarias, pon, al fin y al cabo, a prueba tu sueño, pero si de verdad crees en él, insisto, ¡no te rindas!

Si los apoyos no vienen a ti, ve tú a por ellos. Déjate iluminar por los candiles de esas trayectorias ajenas, ya sea de personas reales cuyos caminos podemos conocer a través de entrevistas, biografías…, ya sea a través de historias ficticias, de personajes de novelas, por ejemplo. A mí personalmente me sirven muchos los pódcasts y las entrevistas, las devoro con una especie de sed insaciable y encuentro en estos recursos inspiración valiosa, motivación, aliento.

Repito: cualquier cosa menos rendirte. Todo menos creer que no puedes porque insistiré una vez más en esa frase de Henry Ford que si llevas un tiempo leyéndome verás que repito: “Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes estás en lo cierto”.

Y, si no tenemos la suerte de tener una Sybil, al menos seamos nosotros esa figura en la vida de alguien. No olvidemos que, a veces, una sola palabra, un apoyo que no nos cuesta nada es todo lo que necesita alguien que está luchando contra corriente por algo en lo que cree.

Me gusta esa idea de que todos somos el hada Campanilla necesitando que alguien crea en nosotros para seguir viviendo.

Gracias por estar al otro lado. Un fuerte abrazo,

Si te interesa reflexionar sobre aquello en lo que crees y cómo esto puede estar afectando a tus logros, puedes descargar aquí una guía gratuita en la que hablo sobre las creencias limitantes y la programación mental que arrastramos desde los primeros años de nuestra vida.

Imagen de Vane Monte en Pixabay

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