La trampa del autoconocimiento

Yo hablo mucho de autoconocimiento, pero creo que es un tema que hay que abordar con cuidado y poniendo sobre la mesa todos los matices. Porque tiene una trampa.

El autoconocimiento que a mí me interesa es el acercamiento a nuestra manera de sentir y sus causas, a conocer lo que nos mueve y entusiasma, lo que hace que brillen nuestros ojos o lo que, en cambio, les resta todo sentido a nuestros días, nos pone de mal humor y nos lleva a arrastrarnos como zombies.

Siempre partiendo de nuestro derecho a evolucionar y cambiar.

Porque la trampa, en mi opinión, es entender la identidad como cárcel.

Porque no tienes, no tenemos, por qué ser de una única manera, ni como fuiste en un determinado momento, aunque haya quien te juzgue o te condene por ello.

Porque la vida se vuelve una aventura apasionante cuando hay crecimiento, desarrollo y evolución, libres de esas etiquetas que pesan como rocas. Que nos aplastan. Que nos hunden. Que nos condenan a repetir una y otra vez los mismos errores.

El pasado está ahí, todo lo vivido de una u otra manera nos lleva a ser lo que somos, pero el pasado no debe ser una sombra opaca que nos tape la luz en nuestros días.

¿Que no sabes escribir bien, pero te encantaría? ¿Quién te ha dicho que has de hacerlo bien? Empieza como sepas y, si realmente es algo que te apasiona, continúa y aprende cada día.

¿Que nunca te gustó leer? Eso no te hace un mal lector. ¿Que no tienes el hábito? Empieza cuando lo desees. Comprométete aunque sea a un par de páginas diarias.

¿Que nunca fuiste una persona muy culta? ¿Y qué? ¿Quieres serlo? ¿Te interesa serlo? Comienza hoy a empaparte de los conocimientos que más te interesen y nutran.

¿Que apenas sabes expresarte y te avergüenza asistir a ciertas reuniones? Empieza hoy a escuchar a buenos oradores, busca un curso, ¡practica!

¿Que te dicen que has cambiado, que te juzgan por ello? ¿Y qué? La vida es demasiado corta para prestarla, para hacer lo que a otros les parece bien o no, para dejarnos esclavizar por el juicio de los demás.

Lo importante, lo común en todo lo anterior, es saber bien qué deseas lograr, adónde quieres llegar. Que creas que puedes, te despojes de una vez por todas de esas etiquetas que te lastran y tomes las riendas de tu vida. Sin postergaciones. Sin excusas.

Y sin presiones, pasito a pasito, a tu ritmo y disfrutando del camino.

Una vez más, gracias por leerme y prestarme tu atención. Me encantará leerte si te apetece compartir conmigo tus impresiones sobre este u otro tema abajo en los comentarios o a través del correo berta@bertacarmona.es

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Image by Gerd Altmann from Pixabay 



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