No es solo tener claro lo que quieres contar, es encontrar la manera de hacerlo, la mejor manera: las palabras adecuadas y justas, su disposición, su entrelazado, la belleza, la musicalidad, el ritmo…
Y los silencios.
Decidir lo que no vamos a escribir, o lo que hemos de borrar, lo que no ha de ocupar ni una línea en el papel (ni en nuestra memoria, tal vez) también requiere habilidad. Quizá maestría.
Sí, tal vez lo más difícil de la escritura sea saber a tiempo lo que hemos de callar.
O de olvidar.
¿En la escritura solo?
Yo creo que depende del interlocutor. A mi me gustan aquellos a los que se lo puedes contar todo, sin miedo a reacciones negativas, con los que se puede hablar de todo. Claro, el asunto es que en un libro no lo escoges, pero buebo, ¿sabes que te digo?, que me gustan esos autores que lo cuentan todo (aunque sea entre líneas). Se me ocurre Knausgård, o Proust.
¡Hola, Fernando! Qué privilegio tenerte por aquí. 😉
Contarlo todo de lo que hemos de contar, sí. Pero elegir bien qué no merece la pena trasladar al papel, ni a nuestra memoria. Supongo que me refiero a una cuestión de mirada, de perspectiva, de elección de lo que merece la pena convertir en ¿literatura?… Y conforme escribo me doy cuenta de todos los matices sobre los que podríamos dialogar y extendernos…
No he leído nada de Knausgård, ¿algo que te haya gustado muy especialmente?
Gracias por pasarte y dejarme unas palabras, ¡abrazo!