No hay nada que pueda llegar a complicarse más que aquello que verdaderamente nos importa, lo que nos calienta el corazón, lo que nos provoca ese pellizquito…
Ahí reside la fragilidad más pura…
Ahí, ahí está nuestra vulnerabilidad temblando de miedo, ahí es cuando mides las palabras, los gestos, los halagos y hasta los silencios…
Porque lo que verdaderamente te importa es como esa figurita de porcelana que heredaste de tu ser más querido, ese tesoro que hallaste después de navegar y naufragar ¡tantas veces! Y no sabes cómo preservarlo, y quieres protegerlo hasta de tu cariño, y puede que incluso dejes de tocarlo hasta que un día lo descubres lleno de polvo y te quiebras de tristeza al advertirlo.
No, no hay nada que pueda llegar a complicarse más que aquello que verdaderamente nos importa…