Cómo cambiar mi vida

Entre 100 y 1000 personas buscan todos los meses en Google* «Cómo cambiar de vida», «Cómo cambiar mi vida», «Quiero cambiar mi vida» y varias consultas similares.

Cambiar de vida, qué anhelo, qué aspiración.

Volver a empezar. Empezar de nuevo. Hacerlo mejor.

No perdernos tanto.

No equivocarnos tanto.

Pura fantasía.

Si a ti también el día a día te pesa demasiado, si el desasosiego, el vacío o el hartazgo campan a sus anchas por tu interior. Si estás cansada, cansado, mucho, desilusionada, desmotivada, todo esto seguramente te suene.

Si a ti también la rutina te pesa demasiado, siempre respondiendo a obligaciones, compromisos… con escaso tiempo para ti, para lo que siempre te gustó. O ni siquiera sabes o recuerdas ya qué te gusta o te gustaba, a qué aspiras, qué deseas, quién eres. No encuentras tiempo para parar, disfrutar…

Sí, definitivamente, todo esto suena.

La cuestión es: ¿cómo se cambia de vida? ¿Es eso posible a una determinada edad? Cuando ya hemos asumido tantos compromisos y responsabilidades.

Seguramente tú también estés harta, harto, de fórmulas mágicas. De frases muy bonitas, pero vacías, que parecen ignorar la verdadera dificultad del día a día y las circunstancias con las que a algunos nos toca bregar: salud, situación económica, salud mental, coyunturas de nuestros países, familias, etc.

No, cambiar de vida no es algo que se consiga de la noche a la mañana, pulsando un botón, haciendo un clic y ya.

Se trata de un trabajo constante, arduo a veces, apasionante, otras, pero que en cualquier caso exige nuestro compromiso y perseverancia día a día.

Pensar algo diferente a esto es mentirnos. Un engaño muy perjudicial porque nos condena a una postura victimista que está en el origen de muchos de nuestros bloqueos. Creemos que las cosas deberían ser diferentes, que ya nos toca que algo vaya a mejor, que la vida parece cebarse con nosotros (puedes escribir aquí la que sea tu queja más recurrente) y esperando a ese cambio del destino que nos favorezca, nos quedamos parados, refugiados en la calidez de unas lamentaciones en las que nos sentimos cómodos y protegidos.

Incluso le confesamos a Google lo que no le decimos a muchos amigos ni familiares, ese «Quiero cambiar mi vida», quizá con la esperanza de que nos devuelva, en forma de un artículo o vídeo, esa respuesta mágica que de verdad nos ayude.

Pero lo único que logramos es recopilar contenido, dudar más, bloquearnos más, paralizarnos más…

Entonces, ¿qué es eso que siempre funciona cuando necesitamos una transformación, un giro, cambiar de vida?

Empezar. Ahora. No luego ni mañana ni cuando estemos más seguros o motivados. No esperar a tener el plan perfecto, las circunstancias idóneas… ¡Empezar ahora! Un pasito delante del otro. Con lo que hay, con lo que somos. Saltando por encima de las excusas a las que nos aferramos, por encima de los miedos que nos paralizan, desligándonos de esas cadenas y etiquetas que tanto nos lastran.

Seguro que a ti también te suena ese malestar que nos incomoda cuando sabemos y sentimos que deberíamos hacer algo, pero nos puede más la comodidad, el hábito, la inercia, el miedo. Nos sentimos mal. No nos gustamos. Con la postergación solo conseguimos desconfiar de nuestra capacidad, nuestro valor, nuestro potencial. Nuestras energías se estancan y llega el bloqueo vital. La rueda de hámster. Un día tras otros repitiendo lo mismo, el cansancio, la queja, el malestar…

Sin embargo, qué bien nos sentimos cuando hacemos lo que hay que hacer, por más difícil que nos resulte, por más que nos cueste, por más que nos duela, damos el primer paso… Cómo nos crecemos, cómo aumenta nuestra confianza, y nos llenamos de fuerzas y energías para enfrentar el reto siguiente.

Atrevernos a dar esos primeros pasos rompe la inercia, el bloqueo vital y se libera y desatasca una energía que nos llena de fuerza, confianza y entusiasmo.

Por eso he llegado a creer en empezar casi como una religión. ¡Ojo!, sé que no es fácil. Tengo una enorme experiencia en creencias limitantes y lastres que me detienen.

Ahora mismo estoy escribiendo esto a pesar de las dudas y mi tendencia a la parálisis por análisis: a pesar de mi autocrítica severa. Mientras redacto tengo que acallar continuamente una voz interior que me dice que esto no tiene sentido, que es complejo, que está desordenado, demasiado extenso… Que me espere a mañana, siempre confiando en un yo futuro que quizá esté más despierta, más lúcida, más clara…

Trampas y mentiras que no son más que refugios frente al miedo. Un miedo que nos va devorando poco a poco en cada batalla ganada. Un miedo con el que debemos aprender a convivir porque siempre va a estar ahí, pese al cual hay que seguir, poco a poco, dando un paso detrás de otro.

Empezar, por tanto, es, la única fórmula mágica, si es que estas existen, que en mi opinión siempre funciona cuando queremos lograr algo, ya sea un objetivo concreto y asequible, ya sea algo tan grande como cambiar de vida. Después de todo, un cambio de vida solo se consigue empezando hoy con pequeñas transformaciones (hábitos, rutinas, creencias, pensamientos…).

Empezar a pesar de las dudas, del dolor, del miedo.

Empezar pese a todo, desde el compromiso con nuestros valores, nuestro proyecto personal y nuestras metas.

Empezar sin miedo a equivocarnos, sin el temor de tener que cambiar de caballo a mitad de la carrera, sin la presión de tener que hacerlo todo bien a la primera.

Siempre presente esa frase de Susan David que ya compartí en uno de estos correos a mi lista de suscriptores: “La valentía es el miedo andando”.

O la de Juana de Arco: «En el nombre de Dios, avancemos valientemente».

Pues sí, ¡avancemos valientemente! Como sea. Como podamos. Un pasito delante del otro. Pero ganándole la batalla a la inercia, a la comodidad, a las excusas, al miedo… Reconectando con nuestro poder personal.

P.S.1: “No me acuerdo de lo que es jugar sin dolor». Rafa Nadal. A veces pensamos que para los demás todo es más fácil, pero todos tenemos nuestras cadenas y nuestras dificultades. Lo único que nos diferencia es qué hacemos con ellas, cómo decidimos actuar a pesar de todo.

P.S2.: si te interesa recibir reflexiones como esta directamente en tu bandeja de entrada y antes de que se publiquen en el blog (algunas solo llegan a la lista y no las publicaré aquí), puedes suscribirte a mi lista, aquí. 

Si consideras que estos contenidos te ayudan o aportan valor y quieres apoyar el proyecto o invitar a la autora a un café, puedes hacer un Bizum al 614 241 949. ¡Gracias de antemano!

También puede interesarte esta reflexión que grabé sobre la aceptación.

*(Datos de enero de 2021, cuando se publicó este artículo originalmente)

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies