Cómo puedo leer más

Hace unos días, una buena amiga me preguntó que cómo conseguía leer tanto. Es curioso cómo interpretamos las realidades desde perspectivas tan diversas: yo creo que leo poco, siempre mucho menos de lo que me gustaría e incluso debiera. Mi respuesta fue algo así como que es cuestión de prioridades, que hay que tener muy claro lo que uno desea lograr, lo que quiere hacer, para organizar el tiempo en torno a ello. También le dije que si consigue leer al menos cuatro páginas diarias, al cabo de un año serán unos cuantos de libros; más vale comenzar por lo poco, no dejarse abrumar por la inmensidad de los retos.

Por supuesto, me quedé pensando sobre el tema y decidí recopilar, para este artículo, mis impresiones y algunas conclusiones a las que he llegado con los años.

La primera es que la frase “no tengo tiempo” (aquí puedes leer otra reflexión mía sobre el tema ) la carga el diablo. La repetimos como un mantra perverso del que acabamos convenciéndonos, pero ¿qué hay de cierto en ella?, ¿realmente no tenemos tiempo?

Para responder bien a esta cuestión considero fundamental reflexionar sobre los siguientes puntos:

– El tiempo dedicado a ver la televisión. ¿Podríamos verla menos de lo que lo hacemos (quien la vea) sin que algo fundamental en nuestra vida cambiara?

– El tiempo de navegación por Internet y conexión a dispositivos electrónicos. Hay unas herramientas preciosas en los móviles que nos lo muestran con «grafiquitas» de colores para que no nos queden dudas de por dónde se escapan nuestras preciadas horas. Y no es este el único problema, sino que dicha actividad produce un intenso cansancio mental que devora nuestras energías y nos encierra en un círculo de desgaste que nos impide trabajar en esas metas que realmente deseamos.

– Las horas de sueño. ¿Son suficientes, y de calidad, para afrontar el nuevo día con la energía necesaria? ¿Son demasiadas?

– Las creencias sobre el descanso. ¿Piensas que descansar es despatarrarse en un sofá sin hacer nada? ¿Has probado a descansar simplemente cambiando de actividad? Por experiencia propia, aprovechar el descanso para esa lectura a la que le tienes ganas o cualquier otra tarea que deseas culminar es un cargador de energía ¡alucinante!

– Capacidad para hacer dos cosas a la vez. No se trata de poner la vida en peligro leyendo mientras caminamos o conducimos, pero ¿qué tal leer mientras viajamos en transporte público?


Claro que puede ser que estos puntos los tengamos más que reflexionados y optimizados y aun así en una determinada etapa de nuestra vida sea imposible lograr más tiempo libre disponible. En ese caso, de nada vale frustrarse, creo que es muy importante ser conscientes de lo que toca en cada momento, ser coherentes con las decisiones tomadas y las prioridades establecidas y fluir, fluir sin resistirse… hasta que los tiempos cambien.

Y ya que estamos, recopilo algunos hábitos que a mí me funcionan:

1) Hacer una lista de títulos que me encantaría leer, cuyo orden de prioridades va cambiando con absoluta flexibilidad por las razones más misteriosas e insospechadas. De un tiempo a esta parte apunto (en la herramienta Keep del móvil) todos aquellos autores o títulos de los que oigo hablar y me remueven algo de una manera especial. Estas anotaciones son para mí una fuente de motivación constante, ¡oro puro! Aprovecho, una vez más, para agradecer de todo corazón a esos contactos de Twitter (sí, Twitter se ha convertido en una red mágica para esto) que me han nutrido de maravillosas recomendaciones en los últimos meses. ¡Graciaaaaaaaas!

2) Controlar el ansia viva, ja, ja, ja. Si te apasionan los libros tanto como a mí, quizá te suene esa ansiedad que a veces sentimos cuando no dejamos de conocer autores, títulos que nos encantaría leer ¡ya! Pero ese nervio descontrolado no hace más que empeorar las cosas, porque nos paraliza; así que mejor ir poquito a poco, un pasito detrás de otro, que es como se recorren todos los caminos.

3) Llevar un diario de lectura, aunque sea breve, aunque solo anote las sensaciones y emociones que me despierta cada libro, aunque el diario se conforme con lo que comparto en redes… No me parece tan importante completarlo con reseñas que exijan mucho esfuerzo; tan solo dejar constancia de lo que realmente me ha removido algo, una emoción, un aprendizaje transformador…

4) Disfrutar mucho. Yo solo leo lo que realmente me aporta muchísimo, sea lo que sea lo que necesito o estoy buscando en ese momento (reflexiones, belleza, aprendizaje, diversión…), pero mucho. Si no me convence, lo dejo. Tengo tanto pendiente y la convicción de que hay tantísimo bueno por leer que no soporto la sensación de perder el tiempo en este sentido. Además, no me preocupa porque no se trata de descartar para siempre, en más de una ocasión he retomado una lectura abandonada años antes y la he disfrutado muchísimo porque ese sí era su momento, ese y no cuando lo aparté.

5) Picar un poco de aquí y allá. Cuando se siente esa inquietud tan enorme, tan intensa, por el mundo de la literatura en toda su amplitud, merece la pena ir conociendo la inmensa variedad de estilos, géneros, voces… de diferentes generaciones, corrientes o movimientos; de distintas procedencias geográficas…

Y hasta aquí lo que se me ocurre por el momento sobre el tema. ¿Cómo lo haces tú? ¿Controlas bien el ansia vida XD? ¿Algún truquillo que lo cambiara todo? Me encantará conocer tu opinión en los comentarios. Gracias por compartir si te parece útil o interesante. 😉

Image by Nino Carè from Pixabay 

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies