El negocio de los complejos

Puede que el contenido de esta publicación no te interpele directamente. Lo cierto es que no la he escrito pensando en mi audiencia habitual, sino en chicos y chicas jóvenes, adolescentes, que atraviesan fases de inmensa vulnerabilidad. Si conoces a alguno y crees que puede interesarle o venirle bien leer este texto, tal vez puedas reenviárselo, como siempre, gracias por tu interés y atención. 🙂

¿Te miras al espejo y no te gusta nada lo que ves?

¿Te cuesta hasta mirarte?

¿Sientes rechazo, incluso repulsión a veces?

No te gusta tu cuerpo. Esos kilos que te sobran. Tus orejas. Tus pechos. Esas caderas. Las piernas, los brazos, la celulitis, la flacidez…

Hay tanto para desaprobar, ¿verdad? Tanto. Tanto que no se parece para nada a las chicas que salen en la tele, en TikTok, en Instagram, a tus cantantes o actrices favoritas…

¿Por qué ellas, ellos, sí y tú no? ¿Por qué ellas, ellos, sí tienen ese pelo, esos tobillos, esa piel, ese cuerpo firme y estilizado?

Encima, ya has experimentado los primeros rechazos. Alguien te ha hecho sentir mal, inapropiada o inapropiado, por no ser lo suficientemente delgada, o guapo, o moderna o lo que sea que haya utilizado para demostrar su superioridad, para intentar aplastarte.

Si te suena de algo lo anterior, para ti, para ti escribo esto.

Porque yo fui una niña, una adolescente, una mujer que durante mucho tiempo se rechazó, y me ha costado mucho dolor y sufrimiento comprender lo que ocurría.

En ti no hay nada mal. Si acaso, si existe un sobrepeso que pueda perjudicar tu salud o cualquier otra anomalía, eso tendría que dictaminarlo un especialista. No tienes por qué darle crédito a los comentarios de cualquiera.

No hay nada malo en ti por no parecerte a esas chicas o chicos a los que admiras. Son minoría. Representan lo que se conoce como cuerpos normativos, un estándar al que llegan muy pocas personas. Si no, sal a pasear por las calles fijándote en la gente de la vida normal. Con sus pelos normales, su piel llena de granos normales a una edad, sus kilos de más o de menos, su flacidez, su celulitis o lo que sea… Chicas normales, chicos normales. Esa es la realidad, no la que ves en las pantallas.

No olvides nunca que si alguien te rechaza de manera irrespetuosa, insensible o con crueldad, no eres tú quien tiene que cambiar, no hay nada mal en ti. Tus amigos de verdad siempre te aceptarán y querrán por ser quien eres y como eres, y ya. Fuera presiones y superexigencias innecesarias.

En ti no hay nada mal. Tu valor esencial está a salvo, más allá de características físicas, modas o exigencias de la sociedad. No dejes que nadie te haga sentir culpable por no llegar a un ideal, a ese estándar que se han inventado unos pocos para hacer negocio. Tú eres muy inteligente. Piensa por un momento la cantidad de productos o servicios que se le pueden vender a una persona con complejos. Cuántas industrias, empresas, servicios… ganan muchísimo dinero gracias a tu malestar, a tus complejos. ¡El negocio de los complejos!: éxito asegurado.

Un negocio, incluso un sistema capitalista, sustentado en nuestra insatisfacción, inseguridad y deseos de cambiar. Y lo peor es que cuanto antes nos capten para su causa, peor y más duradero será el daño. Quien esto escribe ha cumplido cuarenta y seis años y aún lidia con complejos e inseguridades. Aún pelea a diario contra una sensación de necesitar ser o estar de un modo determinado para ganarse un lugar. Tú estás a tiempo de rechazar esta cadena.

Sé libre. Acéptate. Cuídate para estar y vivir saludable, transforma lo que consideres, pero desde la libertad de elegir tú y de lo que te haga sentir bien, no para responder a exigencias externas.

No hay nada más bello y poderoso que una persona que se acepta y ama tal como es. Y no hay otro camino para encontrar en la vida a personas con las que merezca la pena relacionarse, que te aprecien, valoren y respeten por lo que eres y no por lo que ellos quieran que seas. Te deseo lo mejor.

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