El camino correcto…

Durante mi meditación matutina, reflexionando sobre lo difícil que es, en muchas ocasiones, ver con claridad el camino que deberíamos seguir, ha venido a mi mente con mucha nitidez el discurso final del señor Slade (interpretado por Al Pacino) en la película Esencia de mujer. En concreto, la frase «en las encrucijadas de mi vida siempre supe cuál era el camino correcto; sin excepción lo he sabido, pero nunca lo seguí, ¿saben por qué?, porque era muy complejo». Hace muchos años que vi esta peli por primera vez y aún puedo recordar con absoluta claridad cómo me impactó esa frase, y cómo lo sigue haciendo, por más veces que la haya visto. Yo no estoy tan segura como este personaje de saber siempre qué camino seguir, pero lo que sí tengo claro es que uno de los motivos principales que impiden que así sea es el MIEDO. Tememos ese amplio, …

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La esencia de una persona

En la adaptación cinematográfica que Tim Burton hizo de Alicia en el País de las Maravillas, me llamó la atención una frase que a mí me parece de gran interés para la vida en general y para nosotros los escritores en concreto: la muchedad o muchosidad (depende de la traducción), eso donde reside la esencia de una persona. Como sabéis, esta publicación de Lewis Carroll trasciende la literatura infantil para convertirse en una obra inspiradora por excelencia y llena de una simbología poderosa que nos llega directamente al corazón haciéndonos reflexionar sobre asuntos fundamentales. En un determinado momento, el Sombrerero Loco le dice a Alicia que nunca pierda su muchedad, eso que nos hace únicos, que nos permite mantener el contacto con la magia de la vida, que nos da fuerza…; en definitiva, ahí donde flota, tantas veces olvidada y pisoteada, la esencia de una persona. La muchedad son nuestros talentos naturales, lo que hacemos con la mayor fluidez y sencillez y con lo que más disfrutamos… Nuestra …

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Papeles rotos

Algunos de estos papeles, ya rotos, ya incluso en el contenedor de la basura, contenían listas de tareas que más de una noche, y de dos, me quitaron el sueño. Números y cuentas que un día no cuadraron y me hicieron sentir triste, insegura, ansiosa… Planes, objetivos, metas… que engordaron mi insaciable autoexigencia y me impidieron respirar tranquila. Hoy, sin embargo, ya no son nada. Todas esas cuentas y proyectos y actividades que un día cuadraron, y otro, no; que me llamaban al orden con su atroz inclemencia, hoy no son más que una porción pequeña de una basura inmensa que recorrerá las calles de una ciudad mediana. Y lo harán junto a tantos otros papeles, también rotos, algunos con ira, otros con ese temblor de manos que acompaña al llanto, a la profunda tristeza… Papeles que tal vez acunen declaraciones de amor nunca enviadas, o reflexiones que se ahogaron …

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Ver llover

Me he asomado a la ventana a ver llover. Un buen rato. Y entonces me he dado cuenta de que era incapaz de recordar cuándo había sido la última vez que me había asomado a una ventana para ver llover con esta tranquilidad, con esta paz. Y justo ahí he sido consciente de cómo los principales cambios, las transformaciones personales más esenciales, ocurren tan lentamente, tan en silencio, a veces, que ni una misma las advierte… Hasta que una tarde cualquiera te descubres asomada a una ventana, viendo llover, abstraída en la plenitud de ese instante, y sientes que, ahora sí, todo es diferente. Imagen de fotozeit en Pixabay.

No tengo tiempo…

No tengo tiempo, tres palabras llave que cierran muchas puertas. No tengo tiempo para iniciar ese proyecto. No tengo tiempo de escribir esa novela. No tengo tiempo de… (completa a tu antojo). Porque hacerlo es arriesgarme a que salga mal, y a que salga bien, y eso también me da miedo. No tengo tiempo de llamarte, escribirte, mucho menos de verte, ¿y si, tal vez, me asustara todo eso que guardan tu voz y tu silencio? No tengo tiempo de atravesar fronteras, ¿y si lo que veo allí me gusta más de lo que tengo? No tengo tiempo de abrir más mi corazón, estoy mejor así, detrás de esta camisa de fuerza. No tengo tiempo para atreverme a vivir la vida que deseo, estoy demasiado ocupada/o sobreviviendo. No tengo tiempo, tres palabras llave que cierran muchas puertas. Berta Carmona Fernádez. Si te gusta o te parece interesante para la reflexión, …

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Lo que nos importa…

No hay nada que pueda llegar a complicarse más que aquello que verdaderamente nos importa, lo que nos calienta el corazón, lo que nos provoca ese pellizquito… Ahí reside la fragilidad más pura… Ahí, ahí está nuestra vulnerabilidad temblando de miedo, ahí es cuando mides las palabras, los gestos, los halagos y hasta los silencios… Porque lo que verdaderamente te importa es como esa figurita de porcelana que heredaste de tu ser más querido, ese tesoro que hallaste después de navegar y naufragar ¡tantas veces! Y no sabes cómo preservarlo, y quieres protegerlo hasta de tu cariño, y puede que incluso dejes de tocarlo hasta que un día lo descubres lleno de polvo y te quiebras de tristeza al advertirlo. No, no hay nada que pueda llegar a complicarse más que aquello que verdaderamente nos importa…

Yo fui una niña gorda

Yo fui una niña gorda. O tal vez no lo fui, quién sabe, pero me sentí así demasiado tiempo. Con los años descubrí que no fui gorda, que yo era «grande», ¡qué cosas!, necesité varias horas con una psicóloga para aprender a reconsiderar la palabra «grande», para dejarla de asociar con todas esas veces que me sentí mal por ser «grande». ¿Por qué recuerdo con tanta nitidez aquella tarde que una mujer adulta, cercana, me invitó a estirarme un poco la falda porque estaba enseñando mis piernas grandes (o tal vez, gordas)? ¿Por qué no olvido aquel día en que una compañera me dijo que por qué no hacía dieta? No habría cumplido ni los treces años y ya malgastaba parte de mi vida en preocupaciones, en malestar, en dolor por sentirme gorda. Y vaya si hice dieta: la de la piña, la de aquella clínica estadounidense, la del libro …

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Personas bonitas

Hay personas bonitas, que, más allá de su físico, te conquistan por su sonrisa o el brillo de su mirada. Hay personas de colores que iluminan hasta el sitio más sombrío por el que pasan. Hay personas salvadoras, que te sacan del hoyo aunque no se lo pidas, que redimen hasta con su silencio después de escucharte. Hay personas maestras, puro ejemplo de lucha, bondad, amor y perseverancia. Hay personas que inspiran, que apoyan, que premian, que valoran y con ello te elevan del suelo. Hay personas que entran en tu vida para cambiarla, revolucionarla, mejorarla. Hay personas que VIVEN, así con mayúsculas, y con su fuerza torrencial te empujan, siempre hacia arriba. Hay personas que suman, que aportan, que brillan. Hay personas imperfectas que no esconden sus grietas, que no se cubren con máscaras… Hay personas que lo cambian todo, tiernas, humildes, sencillas, generosas, buenas…

Yo podría…

Si nunca hubiera venido aquel barco,yo podría haber seguidotoda la vida en este puerto. Sin embargo, vino,lo hizo cuando menos lo esperaba,como suele ocurrir lo mejor y lo peor que nos azota. Vino y aquellos pasajeros me hablaron de otros mundos,de otras vidas,de otros sabores, aromas y melodías. Y yo que tanto había buscado tierra firme,me descubrí queriendo ir mar adentro…Y me culpé ¡tantas veces!,por romper con todo, por dejarme ir… Me castigué por cambiar,pero ¿cómo podía saber yo si queríaalgo que ni siquiera sabía que existía? Berta Carmona Fernández Si te gusta, ¡por supuesto que puedes compartir! Gracias y feliz día. 🙂 Foto compartida bajo CC0 Creative Commons en pixabay.com

Yo no soy…

Yo no soy lo que tú piensas. Yo no soy lo que tú quieres. Yo no soy lo que tú esperas. Yo no soy lo que tú sueñas. Yo soy lo que soy, ternura, a veces, otras, fiera. Soy lo que amo, lo que me duele, lo que me angustia y alegra; un montón de dudas y unas pocas certezas… Soy lo que soy cuando vuelo y cuando me arrastro sin fuerzas. Soy lo que aprendo y lo que olvido, lo que he visto, viajado y leído y lo mucho que me queda. Soy mis errores, mis aciertos y mis sueños. Soy lo que me permito ser, un puñado de logros y otro infinito de retos. Soy lo que temo, lo que afronto y lo que anhelo, lo que me encanta y lo que detesto. Soy la que sonríe con dulzura y la que grita molesta, la que se conforma, …

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