Lo que hemos de callar

No es solo tener claro lo que quieres contar, es encontrar la manera de hacerlo, la mejor manera: las palabras adecuadas y justas, su disposición, su entrelazado, la belleza, la musicalidad, el ritmo… Y los silencios. Decidir lo que no vamos a escribir, o lo que hemos de borrar, lo que no ha de ocupar ni una línea en el papel (ni en nuestra memoria, tal vez) también requiere habilidad. Quizá maestría. Sí, tal vez lo más difícil de la escritura sea saber a tiempo lo que hemos de callar. O de olvidar. ¿En la escritura solo?

Mi primera novela: «Bocas que se cierran»

Hoy vengo a contaros que ¡acabo de recibir la prueba de mi novela! ¡Mi primera novela! Habrá a quien, quizá, le pille esto por sorpresa, pero hay quienes sabéis el tiempo que llevo liada con este proyecto; el proceso de escritura, las dudas, los bloqueos… ¿Qué es lo primero que debería contaros? ¿De qué va, verdad? Ante esta pregunta, me acuerdo de algo que leí sobre Tolstói quien, por lo visto, dijo que para resumir el argumento de Ana Karenina tendría que escribir otra novela… Claro que las comparaciones son odiosas, y más con Tolstói, pero ¿se entiende a lo que me refiero, verdad? 😉 Bueno, Bocas que se cierran es una novela de amor. En esta entrada me extiendo un poco sobre esto y explico qué quiero yo decir cuando hablo de amor, es decir, todo lo que abordo a partir de este concepto, este tema. Y para esto …

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¿Quiénes somos?

¿Qué somos? ¿Quiénes somos? No, desde luego, el trabajo que realizamos. Ni nuestros títulos académicos o la ausencia de estos. Ni las medallas o los concursos ganados. Ni nuestros errores o derrotas. Ni una cara o un cuerpo o una cifra en una cuenta. Tampoco un estado civil. Ni una edad. ¿Una nacionalidad? ¿Un número de amigos, parejas, viajes, experiencias o posesiones materiales que acumulamos? ¿Nuestras habilidades, talentos, destrezas…? ¿Las ideas, las creencias…? ¿No, verdad? Entonces, ¿qué somos?, ¿quiénes somos? Supongo que debemos ser eso que nos mueve desde lo más profundo. Los anhelos que persisten: de plenitud, de belleza, de verdad. De serenidad, calma, paz, felicidad… La luz, la sabiduría esencial que se ha ido quedando tapada, oculta por todo lo accesorio y fútil… En definitiva, lo que nada ni nadie puede quitarnos. Lo que, por más que lo intentemos, no podemos dejar de hacer o experimentar. Y, quizá, sobre …

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Los niños buenos

En la última visita al pediatra de mi hijo estuvimos hablando sobre los múltiples problemas de salud mental en la infancia que se estaban encontrando en tiempos de pandemia, y me dio una explicación que me pareció muy sencilla y crucial. Hemos convertido a los niños en héroes. Les hemos repetido hasta la saciedad lo fuertes y lo valientes y lo buenos que son por afrontar tan bien toda esta locura. Y ahora sucede que, si sienten miedo, puede que no se atrevan a comunicarlo, a expresarlo, por temor a defraudar lo que les hemos dicho que son, lo que esperamos (o creen que esperamos) de ellos. El mismo día, hablando con una psicóloga, también apareció el tema de los niños buenos y las niñas buenas, los niños que, sin darnos cuenta, vamos etiquetando como tales y con ello haciéndoles más daño del que podemos ser conscientes. Porque cada etiqueta …

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Sin miedo al miedo

Caminado, el otro vi claro algo que me ha costado mucho entender: lo que más me ha lastrado, perjudicado, dañado hasta ahora ha sido el miedo al miedo. Escuché una vez a un psicólogo (no lo cito porque no recuerdo quién era) decir que el miedo al miedo es el origen de la ansiedad. Ahora lo entiendo. La ansiedad es consecuencia de la lucha. Una lucha feroz contra aquello que se sale de los rígidos esquemas en los que pretendemos meter todo cuanto acontece, contra lo que no responde como quisiéramos a nuestras creencias de cómo debería ser. Consecuencia también de la resistencia y de la huida, en definitiva, de la no aceptación. El miedo al miedo nos invade y aprisiona cuando nos empeñamos en controlarlo todo y rechazamos lo que nos molesta (nuestra vulnerabilidad, nuestra fragilidad, las mal llamadas emociones negativas…); en otras palabras, cuando le damos la espalda …

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La vara de medir

Caminaba yo esta mañana cuando me vino a la mente un tema que no sé si me preocupa, me molesta, me asusta… o todo a la vez: el juicio. Me refiero, claro, a esa manía de juzgar, evaluar, valorar… con la intención de fastidiar, de hacer daño, de quedar por encima de lo juzgado. A esos especialistas del juicio que van por la vida con su vara bien alzada, artilugio que por supuesto contiene la escala correcta desde la que medirlo todo. Resulta que sí que existían las fórmulas perfectas de enfrentarse a la realidad, al mundo, la vida…, pero las tienen todas ellos. Normal que al resto nos quede vivir en el terreno fangoso de las dudas. Yendo a lo concreto: ¡menuda vara de medir la de esas personas que entran en los perfiles de una red social de otras sentenciando y juzgando! La de quienes con un tono …

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Mi amiga

Yo tenía una amiga. No de esas amigas con las que una toma café con frecuencia, pues vivíamos a kilómetros de distancia. No de esas amigas con las que una habla, aunque sea por teléfono, cada poco tiempo. Éramos ese tipo de amigas por conexión, por afinidad, de esas personas que se reconocen entre la multitud y, sin necesidad de explicar más, empiezan a quererse. De esas amigas unidas por sentirnos un poco extrañas, incómodas, en unos entornos donde prevalecían actitudes y comportamientos que no nos convencían. Nos vimos solo dos veces en persona. Era entusiasmo puro, mi amiga. Una mujer buena, honesta, una auténtica apasionada de la escritura y los libros. Aún me resisto a creer que se fuera mi amiga, cómo olvidar el brillo de sus ojos, su sonrisa. Aún me sorprenden las lágrimas brotando, impetuosas, rebeldes, cuando, de repente, sin previo aviso, en el lugar o momento …

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La más importante de las hazañas

Niños felices y en calma

El pasado sábado fue el Día Universal del Niño y cuando lo supe me acordé de esta publicación que había escrito hace unas semana a vuela pluma en un momento en el que me dominaba la emoción. Apenas está editada, por lo que no es un texto depurado; eso sí, creo que refleja bien la verdad del momento en que la escribí. Me pregunto hoy si le damos la suficiente importancia al estado de los niños cuando todo va bien. Cuando están contentos, felices, saludables, tranquilos, equilibrados… Quizá no más que a todo aquello que sentimos como un derecho, como la normalidad cuando la disfrutamos un día tras otro. Qué torpeza. Nuestra vida está colmada de milagros, como el de tener un niño sano, feliz, tranquilo, y no somos capaces de verlo, tan confundidos con los “debería ser”, con las exigencias e imposiciones; tan locos por las prisas y la …

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Grandes focos iluminadores

¿De cuántas dimensiones, que ni conocemos, estaremos formados? Como creo que escribió Whitman: «¿Que yo me contradigo? Soy inmenso, contengo multitudes». Somos multitudes y estamos en evolución permanente. Algunas personas, bien traen bajo el brazo un puzle más sencillo, bien encuentran pronto las claves para resolver los enigmas de su vida. En otras, en cambio, parece que algunos de esos pequeños fragmentos que nos conforman, sobre todo las partes más esenciales, estuvieran enterrados en las zonas más abisales. Cuando esto sucede, la vida puede estar ligada a una sensación de desazón, de desaliento, de pérdida permanente. De ausencia de sentido y comprensión. Se habla de personalidades complejas, singulares, enigmáticas… Como si nos faltara una pieza fundamental para entender quiénes somos y por qué no conseguimos encajar en ciertos ambientes o, sencillamente, en nosotros mismos. Suele ocurrir también con esas sensibilidades especiales, con ciertas formas de entender el mundo que dotan …

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Una novela de amor

Una novela de amor

Acaba de comenzar el otoño y yo, después de meses, vuelvo a mi web para hablar de amor. De novelas de amor. No sé si con esto se activarán en quienes me leéis ciertos prejuicios. Sobre las novelas de amor o simplemente sobre el amor. Me lo pregunto porque en la última novela de Manuel Vilas, Los besos, escribe él que «hemos dejado de creer en el amor». Me hizo reflexionar mucho esta frase, me interpeló. Y me di de bruces contra un prejuicio propio que aún no sé de qué extraña materia está hecho, ni cómo, ni cuándo comenzaron a tejerse los hilos que le han dado forma. Un prejuicio, digo. Si solo fuera uno… Sobre el amor y sobre las novelas de amor también. Por eso, ahora lo comprendo, respondía con tanta torpeza, timidez, vergüenza… cuando alguien me preguntaba de qué iba mi novela. Como si temiera que …

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